Siempre que se aborda el tema de los Proyectos de Integración Escolar, se va de la mano con el de la Evaluación Diferenciada. Se entiende que la evaluación diferenciada es un mecanismo que debe acompañar el proceso de enseñanza-aprendizaje de aquellos alumnos que presentan dificultades de aprendizaje en diferentes grados. Sin embargo es cierto también que muchos establecimientos la adoptan como parte de sus prácticas docentes sin considerar que la elaboración de este tipo de instrumentos es una actividad compleja y que va mucho más allá de simplemente acortar contenidos o bajar el nivel de exigencia del 60% al 50%.
Comúnmente los educadores diferenciales o los psicopedagogos de los establecimientos son quienes elaboran pruebas adaptadas para sus alumnos de integración. Sin embargo ésta ardua labor deberá traspasarse paulatinamente a los docentes de aula, quienes guiados por el equipo diferencial lograrán identificar los niveles de desarrollo de sus alumnos y diseñar instrumentos que permitan evaluar los logros en competencias y habilidades que van adquiriendo sus alumnos luego de procesos de enseñanza-aprendizaje y ajustar metodologías de enseñanza que permitan que todos los alumnos de sus aulas tengan la oportunidad de aprender.
La mayoría de los alumnos con Dificultades de Aprendizaje no logran acceder al currículum ordinario impartido es los establecimientos. Esto porque se cree firmemente que son los alumnos quienes deben adaptarse a las metodologías de enseñanza de sus profesores y finalmente al currículum de la escuela. Que el cumplimiento de las disposiciones impuestas por el MINEDIC en los Planes y Programas se basa en ir al día con la cobertura curricular independiente del logro o avance de los alumnos. Sin embargo, desde una mirada globalizadora e inclusiva, es el docente quien debe incorporar a su metodología de enseñanza adecuaciones que permitan a cada uno de sus alumnos acceder a la o las tareas planificadas y participar de las actividades propuestas, en otras palabras, la escuela debe proponer un currículum flexible que se adapte a las necesidades de todos los alumnos del aula.
La elaboración de un Instrumento de Evaluación Diferenciado debe ser siempre una actividad reflexiva y relacionada con la competencia del alumno o grupo de alumnos al que será aplicado. Reflexiva porque debe considerar que es un mecanismo que permitirá retroalimentar procesos de enseñanza-aprendizaje y sus resultados se utilizarán como un instrumento para tomar decisiones respecto a nuevas modificaciones y/o ajustes al currículum escolar. Por otro lado siempre es importante tener en cuenta que una Evaluación, especialmente una Evaluación Diferenciada debe considerar las competencias curriculares actuales de los alumnos, de modo que el instrumento sea un desafío para los alumnos y no ocurra lo que muchas veces en la práctica docente con alumnos con dificultades de aprendizaje, que para la elaboración de Pruebas Diferenciadas se toma en consideración lo que el alumno sabe y la evaluación deja de ser un desafío y convierte el mecanismo de evaluación en un mecanismo injusto, tanto para los alumnos que no presentan dificultades de aprendizaje y que su nivel de desafío al contestar una prueba es complejo como para los alumnos con dificultades de aprendizaje, que persisten desarrollando actividades que se encuentran en su “zona de comodidad” y no acceden a niveles de desarrollo superiores.
Una evaluación no debe valorar únicamente el conocimiento conceptual de un alumno en cuanto a qué y cuántas cosas conocen o qué procedimientos domina, sino cómo el alumno ha organizado sus conocimientos y las relaciones que establece entre ellos y el grado en que domina los conocimientos procedimentales. La Evaluación tiene además como finalidad aumentar la calidad educativa, creando a partir de sus resultados mecanismos de mejora continua y eso sólo se puede hacer cuando llevamos a los alumnos a su potencial aplicando distintos niveles de desafío frente a la actividad de evaluación y no exigiendo a quienes no presentan dificultades de aprendizaje y dejando en la “zona de dominio o de comodidad” a los alumnos con NEE. Y se debe considerar el nivel de desafío entendido como algo que el alumno debe esforzarse para lograr, pero que puede ser logrado, para que no ocurra que de antemano los docentes saben cómo será el rendimiento de los alumnos antes de aplicar el instrumento. Sin dejar de lado que se puede obtener información relevante respecto a si los programas o materiales con que se está enseñando a los alumnos son los adecuados, vale decir, una evaluación que permita visualizar cómo van los procesos de aprendizaje de los alumnos y los de enseñanza de los docentes.
Finalmente recordar que si el objetivo de evaluar a un alumno es determinar y conocer qué es lo que ha aprendido, entonces no se debería prestar ayuda, acompañamiento o mediación en el momento de la evaluación. Sólo de esa manera se obtendrán datos objetivos y reales.
Paola Siña Fernández
Responsable Servicio de Evaluación
Instituto EOS